Los gobiernos sacrifican todo en el altar de la salud, pero esta no está ligada solo al cuerpo ni se puede reducir a la mera supervivencia. Esta miopía ha provocado cierres por los que están creciendo los enfermos mentales, los adictos a las drogas y al alcohol. Pero es la nueva generación la que está en mayor riesgo, pensando en quitarse la vida y que, ya frágil, ahora parece devastada.